miércoles, 8 de agosto de 2007

Crónica de una muerte anunciada

Sí, soy Ariel Caravaggio (Ariel Caravaggio para los amigos) y voy a morir. Porque el trabajo no es para mí, como no lo son las viejas de mierda dementes que van en el Ferrocarril San Martín, ni las palomas de la capital, cuyos aires de Buenos no tienen nada.
Ahora que soy un chico IBM, con el prestigio que mi abuela necesitaba para desparramar por el barrio donde los nietos de las vecinas laburan de cosas mejores pero fuera de IBM, mi vida cambió, y ronda el círculo vicioso que va a terminar con la cordura que me queda.
La primer experiencia perjudicial para mi salud la tuve el primer día. Pero no tuvo que ver con la demora de una hora que tuve que padecer gracias al querido tren de UGOFE, no señor. Como llegué tempranito, decidí disfrutar de el sanguche (sandwich, para chetos, o sanduish para chetos putos) de milanesa que encanutaba en mi mochila. Y elegí como lugar la plaza de enfrente de la oficina. Mi conclusión fue tan breve como reveladora: "Qué atrevidas están las palomas...". Y es verdad, porque cuando se me cayó la puntita sucia de la parte más fea de la corteza del pan al suelo, una palomita voló veloz para comerla. Y con ella, una turba iracunda de palomas, pajaritos y ratas aladas que me empezaron a rodear. Pero al ver que no dejaba caer más pan, empezaron a subirse al banquito que ocupaba, y a acercarse cada vez más. Si no hubiese salido corriendo y agitando los brazos hacia el amparo de las puertas magnéticas y giratorias, vaya a saber qué me hubiesen hecho estos animalillos del orto.
Hablando de animalillos del orto, pido urgente al gobierno actual (repleto de manchas negras, basta con nombres a las chicas superpoderosas, Miceli, Garré y Picolotti) que declare polìtica de emergencia nacional a las viejas insoportablemente dañinas que ocupan todo transporte público que ven libre. En José C Paz, llegando a las 22:10 horas a la estación, mientras esperaba tras el señor que bajaba a 2,3 centímetros de mí, una señora que bien merece el título de Vieja me empujaba. Hasta que la miraba. Me volvía a empujar. Y la miraba. Hasta que me dijo, viendo que yo no me tiraba de cabeza bajo el tren para que ella pueda bajar más rápido "Dale, nene, bajate". "Espere, señora, todos nos vamos a bajar" fue mi paciente réplica. Entonces me dijo algo galáctico: "BAJÁ, TE DIGO!"
BAjá te digO!!!!!!!!! Vieja hija de mil puta!! Con mi mejor rostro de Greenpeace en defensa de las ballenas le sugerí que fuese a una escuela. Aunque, confieso, más que un consejo fue una descarga eléctrica que hubiese hecho gráfica de haber tenido un cable para enchufarle en el ojete.
Así que bueno, columnas vertebrales que tendré muy en cuenta en Octubre cuando elija por primera vez presidente, en las plataformas electorales, busquen soluciones para las palomas y las viejas! Lo imploro! URGE MÁS QUE EL CALENTAMIENTO GLOBAL!

Ah, sugerido por Palito, menciono el disgusto que provoca ir a un baño ajeno a cagar y que no haya papel higiénico. Qué harían en esa situación embarazosa?


Y escúchennos el sábado a las 15:30 por AM 1250, cubriendo el Ascenso!!!!!!!!
PARA NO OLVIDAR!!! HAY UN GRAN EQUIPO!!! EL QUE NO ESCUCHA SE QUEDA LICIADO!